Una pastelería en Tokio (2015) El secreto de los dorayakis no está dentro de los ingredientes


La directora japonesa Naomi Kawase presentó en la 60ª edición del festival de cine de Valladolid (Seminci) su nuevo largometraje, llegando a conseguir el premio al mejor director de la edición. "Una pastelería en Tokio", es un film que defenderá los valores humanos, frente a una sociedad sumida por la frialdad de las nuevas tecnologías. Pero con una crítica muy leve, siendo una película muy visual, con unos actores que pondrán el toque dulce a los pastelillos dorayakis. Llegando a dejar un resultado final, cómo un cuento que gusta, pero no te llega a emocionar. No es un film imprescindible de ver, pero es aconsejable para las nuevas generaciones, las cuales se ven perdidas dentro de los valores humanos. Siendo este relato un reflejo de cómo la sociedad describe a las personas y como son juzgadas desde fuera sin ver el interior de esta. Hay un dicho que es "Si trabajas en lo que amas, nunca trabajaras el resto de tu vida", ¿Conseguirá Tokue impregnar el amor del oficio a Sentaro? El secreto de los dorayakis no está dentro de los ingredientes.


Con una escenografía muy poética, y unos personajes muy singulares, Naomi recrea tras las cámaras la historia de dos personas, que por causas muy distintas, se verán, de alguna forma, apartadas de la sociedad. Este mensaje lo resalta desde el principio del film, con la visión de Tokue, como va recorriendo las calles llenas de gente, donde no hay ningún contacto. Pasando a la presencia del pastelero Sentaro. Un hombre que debido a una deuda se pondrá a trabajar de por vida para una persona. Dentro de un oficio, en el que se ve atrapado, sin sentir ningún tipo de pasión
o gusto por este. El anuncio de ayudante de pastelero es la perfecta excusa para que Tokue y Sentaro se conozcan, ella traerá la receta que le falta al pastelero para que sus pasteles de judías dulces triunfen, ya como nivel en el barrio, tanto como profesional para sí mismo. Los dos de alguna forma serán participes de una situación donde se ven arropados por el amor que Tokue pone en cada pastel. Enseñando como lo mejor de una producto, no está en sus propios ingredientes, sino en la forma con lo que lo hacemos, el cariño, y el respeto que pondrá en cada uno de ellos. Poco a poco la relación profesional entre los dos se convertirá en una relación de amistad, un símbolo que le pondrá a prueba a Sentaro para poder empezar a defenderse en un mundo en el que se siente cómo un esclavo. A través de la ayuda de una mujer que intentara ver lo mejor de él. Sin pensar en algún momento sus problemas internos.

Nota. - 8'5/10.

Comentarios

  1. Joer, kamarada, después de leerte me han entrado unas ganas locas de verla. Abrazo.

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