Dioses de Egipto (2016) Esa historia que no cuadra; pero que, al final entretiene

No había dado muchas esperanzas, para ver la nueva película de Alex Proyas (El cuervo), "Dioses de Egipto". Ya sea por la crítica tan funesta que la llegaron a taladrar como "Petardazo del año", a un Blockbuster que está dirigido únicamente para que se te pasen las palomitas, disfrutes de sus varias escenas de acción, y de los paisajes retratados dentro de un estudio, el cual ha sido recreados a golpe de pantallazo azul. Siendo un film que va dirigido a un público que bien se sucumbio con películas como (Furia de titanes), de Louis Leterrier, (Ahora me ves), protagonizada por Sam Worthington (Avatar), Liam Neeson (Venganza), o Ralph Fiennes (La lista de Schindler), entre otros...; o la película (Immortals), film de Tarsem Singh (The fall: El sueño de Alejandría), protagonizado por Henry Cavill (El hombre de acero), Stephen Dorff (Blade), y Luke Evans (Robin Hood), entre otros... Alejándose de la historia mitológica griega, para encauzarse en la egipcia, al mismo tiempo, alejada de los toques bíblicos que el maestro Scott metería dentro de su visión para el "Exodus". En esta ocasión rescatan al eterno Leonidas de los 300, para hacer de hermano malo. De esta forma el actor Gerard Butler firma por Set, el cual usurpa el trono, matando a su hermano Osiris,  y desterrando a su sobrino Horus. Interpretado por Nikolaj Coster-Waldau (Juego de tronos), el cual contará con la ayuda de un joven mortal, Bek. El actor Brenton Thwaites (Maléfica), reencarna a un personaje, que por amor haría cualquier cosa. Pero por amor a este film, el director Alex Proyas podría haberse informado un poco más, el cual dejó los libros de historia, bien recogidos y metidos en las bibliotecas. Y no me refiero a las de Alejandría.


Dioses de Egipto es un film que no guarda mucha lógica en su guión, el cual vuelve a recurrir a la lucha de Dioses. Donde el ser humano tiene un papel muy principal. El cual vuelven a estereotipar en la figura de una persona.  El film, no va más allá del entretenimiento visual, con los típicos, los tópicos, y unos personajes, que de vez en cuando sueltan un chiste fácil, para liberar tensión.
Si hubiera una moraleja para esta fábula, esta sería la del cuento del príncipe destronado. Es decir, el típico padre protector, y el hijo sumido en las mieles del oro, y en una situación hiper-privilegiada, Horus. Un dios que tendrá que bajar del pupitre para poder rehacerse entre los humanos. Un destierro, que le pondrá a prueba, y que demostrará otra vez, que al final, seamos quienes seamos, todos tendremos nuestro San Martín.

Nota: 5'5/10.

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