Un amigo extraordinario, o como un minuto de silencio te puede cambiar el concepto del mundo que te rodea

Mi amigo extraordinario es el tercer trabajo de la directora Marielle Heller para las grandes pantallas. Un film que podría entonar el biopic, pero que se aleja de esa etiqueta, recuperando a un personaje televisivo muy querido por el público infantil en los Estados Unidos. Para poder salir de esa coletilla y confeccionar una trama ficticia. Por cierto, dicho programa llego a estar en antena durante algo más de 3 décadas.
Para esta ocasión el actor oscarizado Tom Hanks interpreta a Fred Rogers, dentro de un film dónde las relaciones humanas, y patriarcales se discuten entre la moral, lo ético y lo correcto. Papel por el cual recibió varias nominaciones al Oscar como mejor actor de reparto, a los Globo de Oro ... y por el cual se quedaron en ese estado. Junto a Hanks está el actor Matthew Rhys (Perry Mason), interpretando al periodista Lloyd Vogel, un hombre que está pasando por un momento muy difícil de su vida, y el cual recoge el encargo de un trabajo, por el cual no está dispuesto hacerlo. Hacer un reportaje a una persona que significa todo lo contrario a la figura paternal que él conoce a través de su propio padre.


Dentro de ese pequeño viaje a últimos de los años sesenta, la directora Marielle Heller recupera en ese pequeño recuerdo, el formato de televisión con el que muchos crecieron a lo largo de su vida, y que, a base de muchos cambios, se ha digitalizado tanto, que a penas uno puede llegar a comprender la magia que resurgía de esos cajones tan grandes, con una pantalla tan reducida. Aunque, sino me equivoco, esto no empezaría a subsanarse hasta la llegada del nuevo siglo. Justamente cuando se hablaba de que el formato televisivo alcanzaría a las grandes producciones que se estaban poniendo en las salas de cine.

Aunque el nombre del film engañe, por lo que se deduzca que Fred Rogers es el personaje principal, esto no es así. Es la historia del periodista Lloyd Vogel, el cual hace un largo viaje a su yo interior buscando a los culpables de que su vida, su estado mental sufra tanto, canalizando ese odio en la figura de su propio padre. Y que este mismo sabe, y quiere enmendar de alguna forma, antes de que fallezca. Aquí es donde aparece la figura de Fred, un personaje de una serie infantil, el cual llega a representar ese padre que tanto Lloyd quiso tener, y que, de alguna forma, hace que este se ponga a la defensiva con el propio actor.

Tom Hanks tiene unas limitaciones muy grandes a la hora de gesticular, pero en esta ocasión se le ve que entra tarde dentro del propio personaje, no llega a entenderlo hasta que no aparecen los cambios de actitud dentro del periodista. No me entiendan mal, yo siempre he visto cada uno de los films del actor, y los he visto desde muy correctos, hasta apoteósicos, y este papel aparece muy frío, para ser la personalidad que tiene que representar delante del propio Lloyd.


Chis Cooper en el papel de Jerry Vogel hace un gran papel, ese de padre que de alguna forma le importaba muy poco su matrimonio, aunque fuera este mismo una obsesivo por la cual no podría desentenderse, pero si desligarse. Aunque al final del odio, solo entra el conocimiento, y en eso es cuando viene el intentar una reconciliación con un hijo que ya hace tiempo perdió.

De esta forma, Marielle Heller busca el punto intermedio del drama y la comedía. No sucumbe en la lagrima fácil, y muestra el lado más oscuro que hay en cada una de las personas, aunque el lado de Fred sea uno mucho más suave, todos tenemos esa faceta autodestructiva, que solo podemos para con un minuto de silencio, de reflexión, y después, como siempre, llega la calma.

Nota: 7/10.

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