El practicante, otra vuelta de tuerca a la violencia de género


Debido a la situación por la que estamos pasando, con la pandemia Covid-19, el sexto largometraje como director, Carles Torras, ve como esta misma se estrena en la plataforma de streaming Netflix. El practicante es un nuevo thriller del director barcelonés, rodado en su ciudad natal para recrear una nueva historia sobre la violencia de genero a través de los rostros de los actores Mario Casas (Adiós), el cual tuvo que hacer un régimen muy estricto y duro, para llegar a poder a encarnar a su personaje, y a la actriz Déborah François (El primer día del resto de tu vida), junto a ellos están los actores Celso Bugallo (La playa de los ahogados), Raúl Jiménez (Tarde para la ira), Pol Monen (Tu hijo), Guillermo Pfening (Mi mejor amigo), Marta Rodríguez Soto (Los días que vendrán), y Gerard Oms (La hija de un ladrón).

 

Carles Torra vuelve a crear un personaje oscuro, obsesionado con la perdida de esa vida que finge tener, y qué, gracias a sus paranoias y obsesiones por controlarlo todo, se crea enemigos allá donde no existen. Mario Casas como Ángel llega a hacer un buen papel, dónde gran parte del peso de la trama fluye por su personaje, tan complicado como el papel de Vane, interpretada por la actriz Déborah François, una mujer francesa que lucha por tener un futuro prometedor en el país, así como poder llegar a crear una familia, pero, con un extraño como pareja, el cual oculta demasiados vicios, mentiras, las cuales la hacen una mujer más insegura y cuestionable dentro de una relación que termina de intoxicarse después del accidente de su pareja, Ángel. 
El practicante cuida mucho los detalles externos, haciendo que esos personajes secundarios, tomen mucha fuerza a la hora de confeccionar cada una de sus tramas. Su antiguo compañero de ambulancia, conductor de la ambulancia en el momento que sufrieron el accidente, y que no pudo evitar, pero que Ángel le criminaliza por no haberlo hecho; su vecino del portal, un hombre mayor interpretado por el actor gallego Celso Bugallo, con el que no tienen una relación nada cordial entre ellos dos; o la enfermera que le da las clases de recuperación en el gimnasio, ellos van comprobando cada una de las debilidades de una persona que llevaba enferma, mucho antes del accidente. 

El director recoge muchas influencias del cine clásico de suspense para poder llegar a realizar cada una de las escenas más comprometedoras del film. Donde hay algún desenlace que se apresura mucho a la hora de confeccionarlo, y termina de una forma muy precipitada y nada creíble. Dejando lo mejor en los dos protagonistas principales, y como va cambiando de registro Vane, ante los desvaríos y obsesiones de Ángel.

Con un final, que, aunque, como he llegado a leer de otras reseñas es un final perfecto, para mí, me da como si hubiera una continuación para una posible secuela. Dejando algunas cuestiones en el aire, las cuales vendrían resueltas en una nueva película, ¿Habrá segunda parte?  Como dijo el maestro Hitchcock, no existe el crimen perfecto... ¿o sí...?

Nota: 6/10.

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