EL VIEJO ROBLE es un canto contra el odio racial y sus fanatismos

El director ingles Ken Loach, ya es un amigo veterano en la Seminci. Dónde ha llegado a obtener tres Espigas por trabajos anteriores. Espiga de plata por Riff-Raff en el 1991; Espigas de Oro por Mi nombre es Joe en 1998 y por Felices 16 en el 2002. En su 68 edición regresa con su nuevo film El viejo roble. La que probablemente sea su último film. Para contarnos una historia tan humana como relevante en unos tiempos en los que estamos consumidos por las guerras. El viejo Roble llegó a tener su estreno mundial en el festival de cine de Cannes, compitiendo por la Palma de Oro. Llegando a ser estrenada en el Reino Unido el 29 de septiembre de este mismo año. 
Ken Loach nos lleva a Durham, un antiguo pueblo minero, el cual fue sacudido por la crisis. Quedando hoy en día un recuerdo de lo que fue en su día. Quedando tan solo un bar dónde se puede reunir los vecinos. Los cuales están viendo como devalúan el valor de sus viviendas, quedándose totalmente desprotegidos. Al mismo tiempo que empiezan a llegar inmigrantes huyendo de la guerra en su país, Siria. Los cuales son mal recibidos por una alta congregación del pueblo. En medio de la historia aparece TJ Ballantyne propietario del único espacio público que acabo de mencionar llamado El viejo roble. Un lugar de reuniones, que ya en su día, daban de comer gratis a todas las personas que lo necesitaban. Bajo el lema de "Quienes comen juntos... permanecen juntos". Poco a poco las tensiones irán en aumento por parte de los que no quieren a los inmigrantes en su pueblo.


El director Ken Loach hace una clara denuncia sobre los populismos de la extrema derecha. Los cuales están llevando una corriente de odio contra los inmigrantes y refugiados que huyen de las guerras que hay en sus países. Dentro de las clases más populares que habitan en los barrios obreros. Una crispación que llega a perturbar la vida, presuntamente tranquila en el condado de Durham.

Pero es una historia que pasa en muchos barrios obreros, donde las oportunidades escasean, y los populismos llenos de odio silban de boca en boca. Para crear una corriente de crispación haciendo olvidar sus verdaderos problemas. Los cuales no están en los refugiados que salen huyendo, dejando sus casas, su familia para ir a una tierra totalmente desconocida. TJ Ballantyne está en medio de una situación, en la que se ve obligado a no callar. A estar al lado de los inmigrantes o al lado de los que les quieren echar de su pueblo. 

El dueño del Pub entabla amistad con una refugiada llamada Yara. Una chica a la que uno de los vecinos más reacios la ha roto la cámara y la ayuda de TJ Ballantyne hace entablar una amistad entre los dos y al mismo tiempo. Un refugio más dónde ayudar a los refugiados que acaban de llegar. 

Por su propia naturaleza como la espontaneidad y complicidad de cada uno de los personajes. Hace que este sea uno de mis films preferidos dentro de esta 68 edición de la Seminci.

Nota: 8/10.

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