Fernando Cayo recibe el Águila de Oro y destaca el valor fundamental del cortometraje para el futuro del sector


Nota de prensa:

El actor Fernando Cayo recibe este domingo el Águila de Oro, máxima distinción honorífica que concede el Aguilar Film Festival para reconocer trayectorias referentes del audiovisual. El intérprete vallisoletano, con más de treinta años de dedicación a la interpretación, será homenajeado en la Gala de Clausura del AFF, en una edición especialmente significativa para él por su conexión personal con la tierra y por su relación constante con el cortometraje, un ámbito en el que ha trabajado desde finales de los años noventa.


Cayo ha expresado lo especial que resulta para él este reconocimiento: asegura que supone “un orgullo y una enorme satisfacción”, no solo por el prestigio del festival y su consolidada trayectoria, sino también por su arraigo personal. “Yo me siento muy castellano, así que un festival de aquí me conceda este reconocimiento me llena de placer”, afirma. Subraya además el valor del certamen como espacio de referencia para el corto y para la cinefilia: “Los festivales ponen en el mapa los lugares. No es lo único que define Aguilar, porque tiene muchas cosas, pero el festival es una de ellas”.


A lo largo de su carrera, Fernando Cayo ha trabajado a las órdenes de algunos de los directores más destacados del panorama español e internacional. Su salto al cine llegó con Shacky Carmine (Chema de la Peña, 1999), por la que obtuvo el premio al mejor actor en el Festival de Toulouse. Desde entonces ha participado en títulos como El lobo (Miguel Courtois, 2003), El penalti más largo del mundo (Roberto Santiago, 2005), El orfanato (J.A. Bayona, 2007), Mataharis (Iciar Bollain, 2007), La piel que habito (Pedro Almodóvar, 2011), El consejero (Ridley Scott, 2013) o Palmeras en la nieve (Fernando González Molina, 2015).


En el terreno del cortometraje, Cayo ha mantenido una presencia continuada durante más de dos décadas. Ha protagonizado obras premiadas como Hoy por ti mañana por mí (Fran Torres, 2002) o El vendedor del año (Coté Soler, 2010), que le valieron numerosos reconocimientos. También ha codirigido Mi vida es el cine (2014) junto a Bogdan Toma, y continúa vinculando su carrera al corto: solo este año ha intervenido en cinco producciones.


Lejos de considerarlo un formato menor, rechaza la idea de que sea el “hermano pequeño” del cine y lo reivindica como “un estilo en sí mismo, con profesionales muy preparados que logran resultados extraordinarios”. Para él, apoyar el cortometraje significa también impulsar el relevo generacional: “Invertir talento en quienes están empezando es apostar por los futuros directores, guionistas y cineastas”.


Su trayectoria en televisión es igualmente destacada, con presencia en series como La señora, La República, Mar de plástico, Alatriste o Amar es para siempre. Su papel en La casa de papel (2019-2021) le dio una enorme proyección internacional y le valió dos premios Unión de Actores. En teatro, ha participado en más de cuarenta montajes —desde Don Juan Tenorio y La vida es sueño hasta Antígona o El peligro de las buenas compañías—, y ha sido reconocido en los premios Max, en los galardones de la Asociación de Amigos del Teatro de Valladolid y por los lectores de El País.


Convencido de que el audiovisual español vive un momento de expansión internacional “como no se había visto antes”, Cayo insiste en que el cortometraje debe reforzar su presencia en plataformas y servicios de streaming porque constituye “una escuela fundamental y una pieza clave del futuro del sector”. El Águila de Oro que recibirá en Aguilar de Campoo reconoce precisamente ese compromiso duradero con el cine, el teatro y las nuevas generaciones de creadores.

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