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Nota de prensa:
Filmin estrenará en diciembre dos documentales, seleccionados en el Festival de Málaga, que dialogan entre sí y con las ciudades: “Dios lo ve” (19 de diciembre), dedicado al universo creativo de Óscar Tusquets, y “Miralles” (26 de diciembre), un viaje por la obra y la memoria de Enric Miralles. Ambos filmes se acercan a dos arquitectos barceloneses fundamentales, formados en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, que han dejado un legado decisivo en la fisonomía del país, desde hitos como el Cementerio de Igualada o el Mercat de Santa Caterina (Miralles), hasta proyectos tan icónicos como el Auditorio Alfredo Kraus o la estación Toledo del metro de Nápoles (Tusquets).
Dios lo ve
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Óscar Tusquets Blanca soñaba con ser pintor, pero su padre le recomendó arquitectura como carrera más segura para ganarse la vida, un consejo que lo llevó a la ETSAB en un curso legendario junto a genios como Federico Correa, Alfons Milà, Ricardo Bofill o Lluís Clotet. Orgulloso de obras como el auditorio Alfredo Kraus en Las Palmas y la reforma del Palau de la Música, Tusquets ha dejado un legado que trasciende disciplinas: arquitectura, diseño, pintura y escritura conviven en su obra sin jerarquías.
Albert Serra, Miquel Barceló, Isabel Coixet o el recientemente fallecido Mario Vargas Llosa se embarcan en este viaje al universo creativo del arquitecto y diseñador, que llegó a ser amigo del gran Salvador Dalí: “Me dijo que le interesaba mucho mi obra, lo que me chocó porque yo solo había hecho la casa familiar en Cadaqués”, comenta. Dalí había pintado el “Rostro de Mae West utilizable como salón” convirtiendo la cara de la famosa actriz en una sala de estar al transformar el pelo en unas cortinas; los ojos, en unas vistas de París; la nariz, en una chimenea, y los labios, en un sofá. “Se me ocurrió que podríamos reproducir el cuadro a tamaño natural”, recuerda Tusquets. Y lo hicieron.
Miralles
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¿Cómo es posible continuar comunicándonos con aquellas personas que ya no están? Este documental se centra en el legado del arquitecto barcelonés Enric Miralles, fallecido con 45 años en el año 2000 cuando era “el más prometedor y rupturista proyectista español trabajando en el mundo”, según El País.
Para Enric Miralles, construir no era el punto final en ningún trabajo, era el principio. En lugar de centrarse en su personalidad, la película decide recorrer sus obras emblemáticas como el Parlamento de Escocia, el Cementerio de Igualada, el Mercat de Santa Caterina o la Torre Marenostrum, reflexionando sobre la fragilidad, el tiempo y la belleza discreta que impregna su arquitectura. Fluctuando en las diferentes arquitecturas, el narrador habla con un fantasma, lo evoca en sus espacios, hace preguntas, y cruza el umbral entre la muerte y la vida.
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